
La verdad es que estos días están siendo muy raros (demasiado hasta para mí). No sabría deciros cómo ni por qué, pero me siento... como si esto no me estuviera pasando a mí. Como si fuera completamente ajena a mi realidad. Pueden pasar un par de días tranquilos, en los que apenas piense y hasta desconecte del todo cuando quedo con alguien para tomar algo, aun cuando hable del tema, es como si pusiera una barrera.
Pero cuando llega el momento de caerse de la parra (ahora), se me cae el mundo encima. No quiero ni imaginar que Ruth pueda llegar a decantarse por el no. Cuando me dijo que necesitaba tomarse unos días pensé que necesitaba un poco de aire para pensar con claridad y asegurarse de que hacía bien aceptándome de vuelta. Ahora, sin embargo, con los días empiezo a ver cada vez más probable la posibilidad de un no. No porque no quiera estar conmigo (sé muy bien que eso es lo que más quiere), sino por miedo a mi puta inestabilidad, a que pueda volver a darse esta situación de dudas... y tendría toda la razón, la verdad. Ruth es una persona muy racional (los opuesto se atraen, ya se sabe) y, precisamente por ello, empiezo a creer realmente que decidirá dejarlo, porque sería la solución más lógica.
Supongo que es más un problema mío que de las dos. Que quizás debería hacérmelo mirar. Que mi vida, sea en el aspecto sentimental o en cualquier otro, siempre ha estado marcada por dudas y decisiones inseguras. Que soy una persona insegura ya lo sé yo sin ayuda de nadie, que soy inestable, también, que soy completamente dependiente de todo el mundo tampoco es ninguna novedad, y que la sensación de ser una inútil me acompañará toda la vida (después de leer todo esto quizás debería empezar a pensar que no es sólo una sensación...) lo tengo clarísimo.
En mis relaciones personales la cosa tampoco va mucho mejor (por no decir nada). Siempre he tenido la sensación de estar de más... de ahí esa actitud tímida tan estúpida de ir por la vida como pidiendo permiso para estar y perdón por molestar.
Da igual con quién esté, siempre tengo la sensación de hablar de más o de menos. De dar demasiada información o de ser demasiado hermética. De parecer una completa gilipollas, vamos. No hablemos ya de conocer a gente nueva! Me aterra la posibilidad de sentirme así una vez más, lo cual no sólo no me ayuda a dejar de sentirme así sino que, además, hace que, efectivamente, los demás piensen que soy imbécil.
Y lo peor es que, como me decían hoy, vaya donde vaya y huya de lo que huya, nunca podré huir de mí... así que me voy a la cama, a ver si durmiendo paro ya la lavadora.