De bajón

Hola niñas. Después del subidón de ayer tenía que llegar en algún momento el bajón de hoy. Sí, si llegáis a conocerme un poco (quizás con estos primeros posts ya os hayáis hecho una idea bastante aproximada) sabréis que soy bastante inestable emocionalmente. Una mierda, vaya.

La verdad es que estos días están siendo muy raros (demasiado hasta para mí). No sabría deciros cómo ni por qué, pero me siento... como si esto no me estuviera pasando a mí. Como si fuera completamente ajena a mi realidad. Pueden pasar un par de días tranquilos, en los que apenas piense y hasta desconecte del todo cuando quedo con alguien para tomar algo, aun cuando hable del tema, es como si pusiera una barrera.

Pero cuando llega el momento de caerse de la parra (ahora), se me cae el mundo encima. No quiero ni imaginar que Ruth pueda llegar a decantarse por el no. Cuando me dijo que necesitaba tomarse unos días pensé que necesitaba un poco de aire para pensar con claridad y asegurarse de que hacía bien aceptándome de vuelta. Ahora, sin embargo, con los días empiezo a ver cada vez más probable la posibilidad de un no. No porque no quiera estar conmigo (sé muy bien que eso es lo que más quiere), sino por miedo a mi puta inestabilidad, a que pueda volver a darse esta situación de dudas... y tendría toda la razón, la verdad. Ruth es una persona muy racional (los opuesto se atraen, ya se sabe) y, precisamente por ello, empiezo a creer realmente que decidirá dejarlo, porque sería la solución más lógica.

Supongo que es más un problema mío que de las dos. Que quizás debería hacérmelo mirar. Que mi vida, sea en el aspecto sentimental o en cualquier otro, siempre ha estado marcada por dudas y decisiones inseguras. Que soy una persona insegura ya lo sé yo sin ayuda de nadie, que soy inestable, también, que soy completamente dependiente de todo el mundo tampoco es ninguna novedad, y que la sensación de ser una inútil me acompañará toda la vida (después de leer todo esto quizás debería empezar a pensar que no es sólo una sensación...) lo tengo clarísimo.

En mis relaciones personales la cosa tampoco va mucho mejor (por no decir nada). Siempre he tenido la sensación de estar de más... de ahí esa actitud tímida tan estúpida de ir por la vida como pidiendo permiso para estar y perdón por molestar.

Da igual con quién esté, siempre tengo la sensación de hablar de más o de menos. De dar demasiada información o de ser demasiado hermética. De parecer una completa gilipollas, vamos. No hablemos ya de conocer a gente nueva! Me aterra la posibilidad de sentirme así una vez más, lo cual no sólo no me ayuda a dejar de sentirme así sino que, además, hace que, efectivamente, los demás piensen que soy imbécil.

Y lo peor es que, como me decían hoy, vaya donde vaya y huya de lo que huya, nunca podré huir de mí... así que me voy a la cama, a ver si durmiendo paro ya la lavadora.

¿Quién es quién?


Hola niñas bollosféricas! A ver, estoy en un estado de sobreexcitación (diferente al que os describía en mi último post) importante. Os acordáis de aquel juego de los 80 (no sé si luego siguió) en el que había que descubrir quién era un personaje a través de pistas físicas? Sí? Bueno, pues la versión cibernética se basa en otro tipo de pistas... si vas contando tu vida por ahí, antes o después puede acabar llegando a alguien que te conoce en el mundo real.

Resumiendo: hasta ahora os he estado hablando de Míriam... que también tiene un blog en la bollosfera (que encontré por casualidad -I promise-). Y yo me dije "Bollovillo, no lo leas, eso está muy pero que muy mal". Claro, claro... dejando aparte que realmente estaba mal no pude evitar echarle un ojo para estar al tanto de lo que decía (de hecho, antes de saber que era ella ya le había comentado).

Míriam, que leyó mi comentario accidental, llegó a Bollovillo, flipó en colorines y, como buena harpía que es (desde el cariño, jajaja), también leyó el mío. Así que vino a comer el día que se lo conté todo sabiendo lo que le iba a decir (por eso llegó seria, seria, seria), y se enteró de la putada que le había hecho Angus a través de mi post del culebrón.

Conclusión: las dos somos unas malas amigas que, calladas como putas, hemos ido hurgando en la vida de la otra a escondidas, jajaj. Hasta que ella, que es mejor persona que yo (las dos sabemos que es mentira, jajja), ha confesado. Lo que ella no sabía era que yo ya sabía que me había leído porque en su post de hoy explicaba que había descubierto la putada de Angus a través de un post. La información es el poder... jajja.

Así que, ahora que ya no puede serme útil, despediros de Míriam, sus días terminan en este post; os presento a Lena, la auténtica, la inigualable... jajaja.

Joder, qué peso me he quitado de encima! Por poder leerla abiertamente (como ella misma ha dicho, esto ha sido como salir del armario) y por saber que ella es tan cabrona como yo... jajaja. Si es que los amigos están para eso, para perdonarse "esas pequeñas cosas".

Ahora sí, Lena (para que hablen de nosotras con razón): UN BESO!!!

Expediente muy X


Cada vez que tengo un sueño de estos me asalta una gran duda existencial: existen los sueños eróticos con final??? Por qué siempre, cuando estás en lo mejor, te despiertas??? Y da igual que lo remates después, se te queda ahí, grabado en la retina (o en la parte del cerebro que los produzca, vaya), repitiéndose en bucle durante todo el día... alguna de vosotras ha soñado hasta el final?

Me he despertado con la respiración disparada, alucinando con la situación en la que estaba metida y me he quedado un buen rato sólo reviviendo lo que había soñado (curiosamente, no recordaba sólo el final, sino un cacho laaaaaaargo), hasta que me he dicho "Bollovillo, o acabas lo que has empezado, o este estado de sobreexcitación no te lo quita nadie". Y he actuado en consecuencia pero, contrariamente a mis suposiciones, este estado tiene pinta de durarme todo el día.

Bueno, pongo fin aquí a mis andanzas sexuales matutinas. Así que Bollovillo se ha metido en la ducha y ha sido entonces cuando se ha sentido como una pornochacha ya que, desde que vivo aquí, ducharse supone dedicar más tiempo a dejar la bañera, los grifos y la mampara como los chorros del oro que a la higiene personal. Cuando yo vivía aquí tenían un cuarto de baño normal, un poco pasadillo ya, pero bien. Hace un par de años lo reformaron (valga decir que tienen un lavabo que es dos veces mi cocina -para lo cual tampoco hace falta mucho-). La cuestión, que cuando acabo de ducharme tengo que pasar a la mampara esa cosa que usan los limpiacristales (no sé cómo se llama), después secarla con un trapo, igual que tengo que secar también los grifos y las baldosas... y todo esto antes de salir de la bañera... que me ducho con agua, no con tinta china...

Y eso es lo más interesante que me ha pasado hoy, para que os hagáis una idea de la intensidad de mi vida actual... suerte que esta tarde me voy a dar una vuelta...

Culebrón lésbico-vichyssoise

Cada vez que me encuentro con uno de estos casos me viene a la mente una pregunta: vivimos todos/as los de esta acera en un culebrón permanente? acaso ninguno de nosotros logrará superar jamás la edad del pavo? porque a veces me pregunto si estoy en el patio del instituto.

En el capítulo de hoy (por orden de aparición):
  • Ruth: la buena de la película.
  • Una menda: ustedes dirán.
  • Míriam: pasaba por allí.
  • Angustias: con este nombre ya está todo dicho.
A ver, intentaré abreviar. Angustias (Angus, en adelante) es una compañera de trabajo de Ruth. Un buen día, el año pasado, organizaron un fin de semana en una casa rural; nosotras dos, Angus y una amiga suya, Míriam, a la que ninguna de las dos conocía. La idea no me entusiasmaba demasiado, la verdad, a Angus sólo la había visto una vez y, a Míriam, nunca. La cosa resultó salir bastante bien y empezamos a quedar todas.

Míriam y Angus se liaron (cosa que nos hizo mucha ilusión). Hasta ahí bien. La cosa entre ellas, por lo que yo sé (Angus larga por los descosidos), nunca acabó de ser algo más que una amistad con derecho a, en la que se pillaron las dos, la pena es que no coincidieron en el tiempo. Cuando Míriam le propuso algo más serio, Angus le dijo que no y la cosa acabó. Míriam se quedó pillada.

Lo que Angus no le dijo es que estaba saliendo con otro compañero de trabajo, con el que, más o menos por aquellas fechas, se fue a vivir.

Pasaron los meses, nosotras hemos llegado a conocer incluso a este chico, la relación es ya algo formal, viven juntos... y Angus sigue ocultándole la situación a Míriam. No es asunto mío? Cierto. Pero a veces me cuesta morderme la lengua cuando veo que Míriam sigue pillada y sin tener ni idea de nada.

Lo "curioso" es que, con toda la movida de estos últimos días, Angus parece haber pasado al ataque con diversos comentarios (tanto a Míriam como a Ruth) sobre el oculto interés que ella piensa que sigo teniendo en Míriam. Vamos, que le encanta tener a Míriam comiendo de su mano, que no la quiere con ella pero tampoco quiere que se vaya... aun a costa de tener que engañarla para ello, sin importar el daño que le pueda hacer. Que los celos (infundados) son muy malos y hay mucho cabrón suelto por ahí...

Es que si no lo cuento reviento!

Las mil primeras veces

Éste es un relato que escribí hace un tiempo y que me apetece compartir con vosotras. Espero que os guste.

Acariciando las manos de Ana, que me abraza, dormida, por la espalda, saboreo ese placer indescriptible que sigue al sexo entregado del último de mis trofeos, recordando todo el proceso, desde el primer contacto. Ese proceso que, hoy, por fin, me ha hecho libre.

Me pongo mi disfraz de cazadora de cazadoras, de loba con piel de cordero; nada más eficiente para el tipo de víctima que necesito. Y a por ella.

Sarrià-Sant Gervasi, medianoche pasada, local de ambiente femenino. Hacía ya tiempo que no venía por aquí. Mujeres yendo y viniendo, solas o acompañadas, con copa o sin ella, de lado a lado del bareto, coqueteando con sus amigas, risas, besos, abrazos. Nada ha cambiado en lo esencial; muchas pipiolas, quizás, pero no dan el perfil, no pueden darme lo que busco.

Subida en mis tacones me abro paso entre la parroquia hasta hacerme con un rincón tranquilo al final de la barra; posición estratégica, no falla. La mejor manera de llamar la atención es haciendo ver que pretendes todo lo contrario. En media hora mi trofeo se me habrá plantado delante.

Cuarto trago a mi gin-tonic mirando por encima del vaso y, voilà, aquí viene. Tras esquivarles un par de miradas no pueden resistirse, sus miedos desaparecen y pasan al ataque. Omitiré las primeras palabras de toma de contacto por aburridas y, seguro, de todos conocidas. Dejo que tomen la iniciativa y que, poco a poco, vaya desapareciendo esa timidez que las atrajo hacia mí. Al pronunciar las palabras mágicas, si he sabido elegir a mi presa, ésta poco puede hacer ya.

-Nunca había estado en un sitio de estos -pausa para atar cabos en la mente de mi víctima que, finalmente, reacciona.

-¿Y cómo es que has venido? -encoger hombros, bajar vista al suelo, responder.

-Siempre pensé que quizás me gustaría -pausa dramática-. Sería mi primera vez.

Punto de no retorno. Momento clave de la noche. Curiosamente, cuando más a huevo se lo pones te sacan a la pista. A ver si, después de todo, la chica me va a salir rana… después de bailar tres o cuatro canciones al son de los berridos de la clientela, volvemos a nuestro taburete querido. Ana, la incauta de turno, dos copazos después de su primer acercamiento, da los primeros pasos claros hacia mi cama. Me habla al oído, me roza la mano, deja caer una caricia sobre mi pierna y, finalmente, sella mi libertad con un beso. Ya es mía.

Besos, caricias, susurros y alcohol, pero necesito su firma, necesito su olor en mis sábanas y, cuando creo que ya nada puede demorar más mi objetivo, aparece un grupo de amigas, que van a La Rosa, dicen, que por qué no vamos con ellas. ¡A La Rosa no, por Dios! ¡No soporto la salsa! Pero el efecto “anfitriona de una primeriza” es más fuerte que cualquier cosa, y allí que vamos.

Entrada por la puerta clandestina, pasando por detrás de la barra y, hala, al lío. El club de las vetustas a la derecha, pasando revista, como siempre, a cuanto cacho de carne entre por la puerta, algunas cosas no cambian nunca, y esa horrible música a todo trapo. Ahora una bachata, ahora una cumbia, ahora otra cosa que suena exactamente igual que las anteriores o, en su defecto, un “he mojado mis sábanas blancas, recordándoteeeee”, y mi anfitriona de la noche meneando caderas cubata en mano; ésta no me aguanta dos canciones más y la necesito despierta y activa en horizontal, “devórame otra veeeeeez”. ¡Basta ya! La agarro del brazo y la meto en un taxi; bajo la ventanilla para que se me espabile un poco.

Magreo en el portal. Magreo en el ascensor; parece que responde. Llegada a la cama entre besos y tropiezos. Saboreo su saliva, su lengua, sus labios. Tabaco, alcohol, sudor. Respiraciones acompasadas, corazones acelerados, manos que suben y bajan, lenguas que vienen y van, cuerpos que se retuercen, bocas que besan, que lamen, que gimen, espaldas que se arquean, ojos que se cierran, fluidos que empapan, respiraciones contenidas, movimientos convulsivos, una pausa y luego el silencio.

Hace un rato que Ana duerme, ajena a su destino de loba con piel de cordero. Yo también fui Ana una vez cuando, ante la perita en dulce que supuso la primeriza que me cazó, bajé la guardia y ataqué, ajena a mi futuro de caza cazadoras que, hoy, por fin termina. Hoy mi víctima número mil toma mi relevo hasta que, pasadas sus mil primeras veces, se deshaga de su maldición en detrimento de otra pobre desdichada.

En sus manos

Bueno, ayer fue el día (o las primeras horas de hoy, vaya). Hablamos y le expliqué por qué quería seguir con ella. Como es comprensible, después de todo, ella tiene miedo a que la historia se repita, así que ahora es ella la que se está tomando su tiempo para decidir si volver o no con alguien de quien está completamente enamorada, pese a tener siempre presente el miedo a si me volverán a aparecer las dudas... ahora es ella la que tiene la relación en sus manos, y espero que decida no doblarla y meterla en la cajita de los recuerdos.

Ahora, que sé lo que quiero, es cuando más siento no haberlo sabido antes.

Madalena o teta de punto?

La red no dejará de sorprenderme nunca... he buscado madalena y, fíjate tú, ha aparecido ante mis ojos esta maravilla... jajaja. La verdad es que, de horripilante de la muerte que es, llega a convertirse en una genialidad(yo soy de la teoría de que los adjetivos calificativos son circulares... cuando dan toda la vuelta y se encuentran con el punto de partida, los antónimos se vuelven sinónimos... no sé si me explico). Y hecha de lanita, como yo... qué entrañable! (seré yo también un individuo circular???)

Además, más que una madalena o un biberón, se me antoja un buen remedio antilibido lésbico... una teta como ésta y bye bye calentón...

En fin, a lo que iba, la madalena venía porque tengo un hambre atroz... desde que estoy en casa de mis padres tengo un runrún tocanarices que no me deja vivir (yo no soy andaluza, pero mis padres sí, y tuvieron una charneguita muy exagerá). No sé si serán nervios o si -ya sé que esto no hay que decirlo nunca de una madre- la cocina de mi madre ya no me gusta como antes (secreto de sumario).

El otro día tuve que bajar a la cocina a las tres de la mañana... a comerme una madalena! que mi madre dice que las ha comprado por mí, que ella no come... tócate las narices; me tengo que comer una bolsa industrial de madalenas.

Vaya post profundo el de hoy... en fin, el tema Ruth sigue dando vueltas en mi cabecita y parece que empiezan a aparecer algunas luces, pero vete tú a saber... calma y ya saldrá solito. Prefiero no pensar demasiado y dedicarme más a mis chorradas para distraerme y dejar que los sentimientos fluyan.

Un día conmigo misma

Pues sí... ya lo puedo decir; me he borrao del Facebook. Hacía tiempo que había visto esta camiseta en alguna parte y, lo primero que me vino a la mente, que el perfecto maniquí para ella sería uno de esos superalternativos superguaysssss, que son mejores que nadie porque están por encima de la purria común...

Bueno, yo no me voy a comprar ninguna camiseta, pero al final ya se me han hinchado las narices con tanta tontería que corre por ahí (que no se ofenda ninguna facebookera, pero es que hay gente pa' tó). Lo que tenía que aportarme eran los contactos que ya he retomado y que ya saben donde encontrarme, así que, ya que tengo las ventajas en el bolsillo, me he deshecho de los inconvenientes... el Facebook ya no me pone.

Algo menos en qué gastar el tiempo (lo cual en mi caso no es una buena noticia, que el tiempo me sobra), y ahora que he terminado Millenium 3... en qué voy a ocupar mi tiempo??? Que me lo he ventilao en tres días (y eso que hasta la página 500 no se ha puesto interesante...).

La verdad es que podría centrarme en escribir (escribo relatos, nada serio), que hace ya tiempo del último, pero, la verdad, me da una pereza... concentrarme, pulirlo... buf!

Podría tomar el sol y bañarme, ya que estoy en casa de mis padres, pero hoy estaba nublado y ha acabado lloviendo... conjura de los elementos en mi contra?

En fin. Respecto a Ruth... sigo hecha un ovillito... intentando no pensar... intentando sólo sentir... intentando razonar cuando me invade el pánico... intentando no precipitarme... en resumen: intentando.

Y nada... hoy me he pasado la tarde peleándome con Blogger para cambiarle la apariencia al blog (antes me parecía un poco impersonal...). Así que he cogido una madeja de hilo y la cámara de fotos y me he puesto a hacerle fotos en el porche, ante la mirada de mi familia de "jamía, estás como una chota"; no tienen espíritu de artista... en fin.

Y una vez que me he currao la cabecera... me ha costao Dios y ayuda subirla, con lo fácil que es en teoría, que no es que no lo hubiera hecho nunca, es que, como ya he dicho arriba, todas las fuerzas del universo se han conjurado hoy en mi contra.

Y nada, que aquí estoy, comiéndome los mocos... como no salga pronto de este enclaustramiento voy a empezar a desvariar en breve.

Fase superada

Esta imagen es tan cursi que me ha encantao; no he podido resistirme a colgarla... jajaja.

En fin. Hoy tocaba poneros al día de mi conversación con Míriam, así que allá voy.

He llegado bastante nerviosa porque seguía sin saber cómo ni por dónde empezar... y además ella ha llegado seria, seria, seria... cosa que no me ha tranquilizado mucho, la verdad.

Total, que hemos empezado a comer (más bien poco, porque a mí con los nervios no me entraba nada) y he empezado a explicarle la situación... omitiendo su nombre (tampoco sé por qué lo he hecho si pensaba decírselo de todas maneras... cobardía, supongo), hasta que ha llegado un punto de la conversación en que he pensado que era una tontería seguir hablando de "otra persona", así que le he preguntado si sabía de quién estábamos hablando y ha confirmado mis sospechas de que no es tonta y se había dado cuenta ya. Con algo tan simple la tensión ha bajado (por lo menos yo me he sentido aliviada). Así he podido entrar en más detalles de la situación y hablar sin rodeos de lo que me pasaba con ella.

Lo mejor de todo es que, al tenerla allí delante, no se me ha movido nada especial por dentro (aparte del estómago, por los nervios). Con esto ya me he quedado un poco más tranquila; no estaba enamorada de ella... no voy a negar que siento una cierta atracción física y que ella me cae muy bien, pero vaya, precisamente la suma de estos dos factores fue lo que me confundió, supongo.

Nos hemos pateado media Barcelona (con todo el solano, como las buenas) y con la tontería hemos pasado seis horas juntas (y habíamos quedado para comer), pero bueno, yo me lo he pasado bien y, supongo, el hecho de que ella haya aguantado todo ese rato conmigo es una buena señal de que este episodio no va a afectar a nuestra amistad... (ella no es de las que se queda si se está agobiando, lo cual me gusta). Quizás esté un poco incómoda al principio, pero no creo que la cosa sea más grave que eso.

En fin, que me he quitado un peso de encima... bueno, dos; el primero al saber que no estoy enamorada de ella y el segundo al saber que tampoco la voy a perder como amiga... es cierto que de momento no es una amistad profunda, justo empezamos a conocernos un poco, pero espero que con el tiempo podamos llegar a ser buenas amigas.

Y nada, éste ha sido mi día... un pasito más hacia mi decisión final.

Y entonces llegó ella

Pues sí que voy a tener que hablar con ella, sí, pero no con Ruth (con quien ya he hablado bastante y a quien no pienso molestar más hasta tomar la decisión definitiva), sino con Míriam.

Míriam; nuevo elemento en la historia del que no os había hablado todavía. Míriam es una reciente amiga de las dos y que, este verano, nos ha acompañado en las vacaciones. Han sido diez días geniales, de muy buen rollo y de disfrutar mucho, tanto del viaje en sí como de los compañeros. Sin embargo (por desgracia, supongo), Míriam ha hecho que se me moviera algo por dentro (sentimiento sin identificar, como todos los míos...).

Empecemos por el principio. Hasta el viaje no había tenido con ella más que una buena conexión (por lo menos por mi parte), me cae de puta madre y tenemos ciertos puntos en común, pero fue empezar las vacaciones y... ¡sorpresa! algo de esta chica me atraía más de lo que yo habría deseado. ¿Ha pasado algo entre nosotras? No, no ha pasado nada (aunque supongo que, si no es muy tonta -y no tiene pinta de serlo-, se habrá dado cuenta, no sé).

La cuestión es que, si a mi ya demasiado amistosa relación con Ruth (me temo), le sumamos una tercera persona, la cosa empieza a pintar bastante mal; algo falla. Y ahí es donde saltan todas las alarmas y no puedo negarle a Ruth su "creo que no deberías estar conmigo porque para ti soy una amiga". ¿Cómo se lo voy a negar si ni yo misma estoy segura de que no tenga razón?

Así que, ahora que Míriam ha vuelto de viaje, he decidido hablar con ella y aclarar mis dudas; intentar identificar mis sentimientos hacia ella (si es que los hay), ya que no sé si simplemente me estoy confundiendo (ojalá), si es sólo algo sexual o si la cosa va más allá y realmente estoy a empezando a sentir algo... en cuyo caso no sé qué hacer (supongo que en ese caso debería acabar mi relación con Ruth; no sería justo continuar con ella, independientemente de que mis sentimientos fueran o no correspondidos).

Mañana hablo con ella; a ver cómo abordo el tema sin que se resienta nuestra amistad (esa va a ser otra). Ya os contaré qué tal.

Precipicio abajo

Ovejanegra me pedía el desenlace, la decisión que tomé tras tanto pensar y repensar. Pues bien, aquí está.

En mi última entrada os contaba que había llegado a la conclusión de que no quería perderla como pareja, de que estaba segura de querer pasar el resto de mi vida con ella pero prefería esperar unos días más para no precipitarme.

Bueno, pues si hay algo que sé hacer en esta vida es precisamente eso; precipitarme. Así que el jueves por la mañana la llamé para decirle que quería hablar con ella en casa. Llegué allí sobre las cinco y le expliqué que quería seguir con ella, que quería seguir haciéndolo todo juntas, que éramos una, y realmente le estaba diciendo la verdad.

Aceptó y volvimos a nuestra vida, ilusionadas y haciendo planes para aquella misma noche. Fuimos a cenar y compramos entradas para el cine. Ya después de cenar empecé a sentir una extraña sensación, como de estar cagándola para siempre. De repente me sentí atada, sentí que estar con ella, pese a ser lo que quería, me iba a llevar de nuevo a la misma situación que me llevó a plantearme nuestra relación. Y tuve miedo. Miedo de haberme equivocado, miedo de no saber cómo salir de ésta y, sobre todo, miedo (o certeza, vaya) del golpe que se iba a llevar ella después de volver a tenerme en su vida si le planteaba lo que me pasaba por la cabeza.

Y no sé ni cómo, un minuto antes de empezar la película, salió el tema; no sé cómo llegamos a hablar de ello pero para cuando se apagaron las luces la cosa ya tenía muy mala pinta. Salimos de la sala. Volvimos a casa y empezamos a hablar; sin llegar a ninguna conclusión y sin saber cómo llegamos a la cama, donde, paradójicamente, tuvimos el mejor sexo que recuerdo en muchísimo tiempo. Me sentí muy unida a ella, sentí que realmente tenía que quedarme porque sería una locura no hacerlo. Me dijo que lo consultara con la almohada y que después le dijera algo.

A la mañana siguiente me desperté mucho antes que ella y me quedé mirándola, durmiendo a mi lado... y no supe identificar lo que sentía. Y volví a sentir miedo. Cuando se despertó me preguntó qué quería hacer con nuestra relación... le pedí más tiempo. Le pedí perdón por el daño que le había hecho al precipitarme (hay algo más cruel que dar algo a alguien y quitárselo después?). Me pidió que me tomara el tiempo necesario, que no volviera a actuar por impulso, que sabía que la quería y que había sido eso lo que me había llevado a tomar la decisión, pero que no podía decidir en función de mi miedo a perderla o del daño que no le quisiera hacer.

Y me fui. Volví a casa de mis padres pensando en lo estúpida que había sido y en cómo tenía que actuar para no repetir mis errores. Y aquí sigo, intentando no pensar en ella ni en mi decisión, tratando de sentir, simplemente, sin darle más vueltas que no me llevan a ninguna parte... y parece que, por ahora, va surgiendo efecto; creo que llegaré a tomar la decisión adecuada, sin prisas, pensando en mí porque, lo mejor para mí será también, a corto plazo o a la larga, lo mejor para ella, aunque para ello tenga que sufrir durante un tiempo.

Sí? Estás segura?

Ayer pasé todo el día pensando en la posible solución que había encontrado desayunando con Karola, y estuve casi segura de que era lo que tenía que hacer. Volver y solucionar ese problemilla (problemón?) que impide que nuestra relación sea perfecta.

Por la noche me dediqué a ver las fotos de estas vacaciones (un poco masoca, lo sé), para ver qué sentía al verla tan feliz, posando conmigo y haciéndonos fotos chorras. Y llegué a la conclusión de que no quería perderla, de que, por mucho que ella diga que yo nunca la perderé, no quiero conservarla como una amiga, sino como la persona que quiero que me acompañe el resto de mi vida. No consigo verme en brazos de otra; quiero que sea ella.

Llegado este punto decidí esperar algo más de tiempo, atarme las manos a la espalda para no coger el móvil y decirle que ya he tomado una decisión y si ella también está dispuesta a volver conmigo después de todo.

Esta noche me he despertado cincuenta veces pensando en ella, en lo mal que lo estará pasando, en lo poco que se merece esta situación y en si debería poner fin ya a todo esto o si será mejor esperar unos días más... mejor me freno; por muchas ganas que tenga de volver será mejor dejar pasar unos días, que me conozco... puta inestabilidad.

Manos amigas



Cada uno es como es; Ruth (vamos a ponerle nombre ya) necesita aislarse de todo y de todos en momentos como éste y yo necesito hablar con los amigos, sea para desahogarme y llorar a moco tendido (cosa que se me da muy bien), sea para ordenar mis ideas y ver otros puntos de vista, o sea pnara distraerme y dejar de darle vueltas a la lavadora, aunque sólo sea un ratito.

Total, que tras ver a Ruth tan hecha polvo la primera noche, viendo que yo no sólo no podía ayudarla sino que más bien la iba a hacer sentir peor, mandé un SMS a Pili y Mili, nuestras mejores amigas, diciendo que la llamaran al día siguiente porque las iba a necesitar. Claro, yo lo hice con la mejor intención, pensando que le ayudaría porque sería lo que yo necesitaría en su situación... pero me cayó una bronca cuando se enteró... (aunque sabía que lo había hecho de buena fe).

La cuestión es que quien acabó quedando con ellas fui yo, después de pasar por casa a devolverle sus llaves y llevarme las mías (con las prisas cogí las primeras que vi). Y allí estaba ella, pobre, hecha polvo e intentando mantener las distancias para no hacer de aquello un drama. Se me partió el corazón al verla allí de aquella manera, sin poder darle siquiera un abrazo ni un beso de despedida, pero pensé que sería mejor que me fuera cuanto antes para que mi visita alterara lo menos posible su ya triste estado de ánimo.

Con la lágrima en el ojo fui al encuentro de Pili y Mili, con quienes, pasado el primer "Cómo estás?" y, sobre todo, el "Cómo está Ruth?", con el que temí echarme a llorar desconsoladamente en la calle, conseguí hablar del tema con una entereza admirable en mí. Les expliqué, me pusieron al tanto de sus teorías sobre las fases de una relación y le dimos vueltas a la situación hasta no quedar nada más que decir. Tras pedirles (innecesariamente, pues lo habrían hecho igual) que cuidaran de Ruth nos separamos y yo fui a buscar a Karola al trabajo, puesto que también había quedado con ella (aunque ella no sabía nada todavía, de hecho, habíamos quedado para hablar del fin de su tormentosa relación con su ya ex).

Tomamos algo contándonos nuestras penas, cenamos contándonos nuestras penas y acabé durmiendo en su casa (en el sofá) porque ya había perdido el último tren hacia el quinto pino en el que viven mis padres.

Y esta mañana, con el café con leche, creo que he encontrado un camino bastante seguro (o, por lo menos, no descabellado) para llegar a tomar una decisión con una base sostenible. Las piezas encajan, los sentimientos me llevan a tomarla y el sentido común también, sin embargo esperaré lo necesario para saber con total seguridad que no es una decisión impulsiva. Espero no equivocarme.

Primera noche... y no está

Antes de que nadie se emocione; no soy la chica de la foto (cosa que supongo que intuíais, pero mejor despejar cualquier tipo de duda), ya me gustaría...
En fin.

Primera noche en casa de mis padres, sin ella, durmiendo en la misma cama que tantas veces hemos compartido al venir de visita, en la que era (es?) nuestra habitación, donde mi madre (qué mona...) había puesto nuestras fotos en las mesillas de noche; una de la primera postal de Navidad que enviamos en nuestro primer año de convivencia y la foto de la última, "Feliz 2009", decíamos en una foto con grandes sonrisas. Feliz 2009... manda huevos.

Y la he echado de menos. Mucho. Echo de menos su manera de dormir, acurrucada y con los puñitos escondidos bajo su barbilla, la visión de su espalda (rara era la vez que dormía de cara), su respiración pausada y su lado de la cama ocupado (aunque yo ya dormía en diagonal con ella es muy diferente saber que no está a mi lado y que ya no basta estirar un poquito el pie para rozar el suyo).

Me gustaría llamarla y decirle que ya está, que siento haber vuelto a dudar de mis sentimientos y volver a hacerle pasar por esto, y que sí, que estoy completamente segura, que nunca más se volverá a dar esta situación porque nunca más volverán a aparecer las mismas dudas... pero no lo haré, por lo menos no todavía, hasta que no quede ni un sólo resquicio de duda, hasta que esté totalmente segura de no volver a hacerle daño, hasta saber que puedo hacerla infinitamente feliz durante el resto de mi vida.

Y si nunca llego a estar segura de ello, ésta será la última vez que la haga sufrir, porque no lo merece, porque ella sí merece ser feliz.

Dudas y decisiones


Después de una noche de pesadilla, después de haber hablado con ella sobre mis dudas, antes y después de dormir, hemos decidido tomarnos un tiempo para pensar. Para pensar si queremos continuar con una relación llena de amor, aunque no sepamos de qué tipo es el mío, o si, ante la duda, preferimos querernos de otra manera, como buenas amigas.

Después de diez años esto duele. A las dos. A ella, por supuesto, por estar enamorada de alguien que ni siquiera sabe si siente lo mismo por ella o no, si realmente estoy enamorada de ella a mi manera o si la persona que más quiero en el mundo es "sólo" mi mejor amiga.

Necesitamos espacio para pensar; no podemos seguir viviendo juntas mientras tomamos esta decisión, así que me he plantado en casa de mis padres maleta en mano, por tiempo indefinido, hasta que solucionemos nuestra situación (o acabemos de joderla si nos equivocamos).

Y allí se ha quedado ella, hecha polvo con sus sentimientos encogidos, tomando su parte de la decisión. Intentando no equivocarse al aceptarme de vuelta en su vida (si decido hacerlo) o al poner fin a una relación llena de amor pero incierta.

¿Cómo se toma la decisión correcta sin hacer daño? ¿Cómo sé si me estoy equivocando? ¿Dónde están las instrucciones?

Hilos enredados

Ésta soy yo. Un ovillo de pensamientos, de sentimientos, de miedos, de equivocaciones... un montón de hilos arrebujaos, circulando sin orden aparente por esa gran pelota que es mi vida, por la que vago sin rumbo fijo y estropeando todo lo bueno que pasa por mis manos, dejando marchar lo mejor que me ha pasado jamás, ese amor que todos soñamos y que, después de encontrarlo de forma incondicional, se me antoja demasiado parecido a una amistad.

Cuando esto pasa dos veces debe de ser señal de algo; o realmente no estoy enamorada de la persona más maravillosa del mundo, a la que quiero con locura, o simplemente soy tonta por no saber ver lo que tengo delante y que nunca volveré a encontrar en otra persona... en alguno de mis hilos estará la solución, pero... en cuál?